Día Mundial del Medio Ambiente, pero ¿somos realmente sostenibles?

La celebración del Dia Mundial del Medio Ambiente choca con la realidad de una movilidad sostenible que busca ser eficiente pero que se encuentra con muchos problemas de infraestructura.

Hoy cierra el telón la Semana Europea del Desarrollo Sostenible y además se celebra el Día Mundial de Medio Ambiente y nada mejor que hacerlo celebrando el tercer número de Etric by Neomotor, la ventana abierta al mundo de la electromovilidad desarrollada por el equipo de motor de Prensa Ibérica. Vayan al quiosco y compren El Periódico.

Durante esta última semana hemos podido reflexionar sobre el punto en el que nos encontramos dentro de esta transformación tecnológica, industrial y social de la electromovilidad, y les aseguro que además de ser apasionante también tiene un punto de vértigo.

La sostenibilidad abre muchos debates que nos llevan a pensar que tal vez estamos legislando más rápido que la capacidad industrial que supone la búsqueda de esa sostenibilidad. A nadie se le escapa que transformar la industria de la automoción implica transformar la propia sociedad. Al final todo el mundo precisa de movilidad y si es sostenible, mucho mejor. Pero para ello todos tenemos que remar en el mismo sentido. Pensar en sostenible, trabajar en sostenible, legislar en sostenible, industralizar en sostenible. Todo muy bonito pero si el engranaje no se articula a una misma velocidad estamos muertos.

El uso del vehículo electrificado conlleva ventajas y, por ahora, algunos riesgos. No estoy filosofando. Si tienes un coche eléctrico (léase Ford Mach-e) y tras un viaje de 350 kilómetros quieres recargarlo en un punto público (léase punto de recarga del Institut Català d’Energia de la Generalitat en Pals, Baix Empordà), es posible que tengas que volver de vacío y sin poder cargar. El punto no funciona (queremos pensar que es ocasional). Pero esa es la realidad que tenemos. Lo mismo sucede si nos desplazamos por Galicia, Extremadura, Madrid o Aragón. Somos persistentes.

Muchos cargadores, iniciativas privadas, empresariales, municipales, pero ninguna parece que vaya a la misma velocidad. Si quieres renovar el parque y electrificarlo hay que vender coches eléctricos, pero si los vendes hay que poder enchufarlos, ya sea un cargador a nivel público o privado. Y para enchufarlos alguien tiene que poner la infraestructura necesaria para que se puede ir de Valencia a Barcelona o de Madrid a Vigo pudiendo recargar de forma más o menos sencilla. ¿Quién hace esa inversión? Ya les digo que ni los usuarios ni los fabricantes lo deberían hacer.

Buena parte de los puntos de recarga que figuran en los mapas y aplicaciones disponibles o no funcionan o no cargan de forma adecuada. Siempre podemos recurrir al enchufe doméstico (con el tiempo de carga que ello supone), o hacer más kilómetros buscando un punto milagroso.
Hago este apunte porque, si realmente queremos ser sostenibles, de verdad, si queremos que el vehículo eléctrico avance, las administraciones deberían ‘ponerse las pilas’ para garantizar una red de infraestructuras de recarga eficientes.

No me vale eso de obligar a los fabricantes a cumplir con normas de emisiones, a obligarles a fabricar eléctricos, para que después tener infraestructuras que son propias del Tercer Mundo y no poder recargarlos.