El hidrógeno sigue en el limbo

El potencial del hidrógeno como carburante para una propulsión sostenible y 'cero emisiones' es innegable.

Parece claro que la electrificación es el futuro del automóvil. Si es por convencimiento de los fabricantes o por obligación de las administraciones, que a veces toman decisiones pensando en los votos antes que en el planeta, es algo desconocido, pero lo que es cierto es que el futuro de la automoción es eléctrico. Sin embargo, ¿es solo eléctrico? Todo parece apuntar en esa dirección, con regiones como Europa decididas a prohibir la combustión la próxima década y los fabricantes desarrollando vehículos eléctricos para cumplir las restricciones y los requisitos europeos. Aun así, podría haber alternativas, también ‘cero emisiones’, perfectamente factibles. Y una de ellas es el hidrógeno.

El hidrógeno es el elemento más abundante de la Tierra y ya hay modos de usarlo en vehículos para su propulsión, que además es limpia según el modo de producción. Además, puede usarse en lo que se conoce como la tecnología de la pila de combustible o en motores de combustión, alternativa en la que están trabajando varias marcas como la reciente alianza entre Toyota, Subaru, Mazda, Kawasaki y Yamaha, que creen que el futuro pasa por un mix entre la electrificación y otras opciones, como el hidrógeno, que ofrezcan al cliente un abanico de opciones que se amolde a sus necesidades.

Actualmente se venden únicamente dos turismos de hidrógeno, el Toyota Mirai y el Hyundai Nexo tras la descontinuación, en 2021, del Honda Clarity en mercados como el estadounidense. Pese a que sus ventas crecieron un 82% el año pasado en todo el mundo, la cifra final se quedó en 15.538 unidades, un número ridículo teniendo en cuenta que anualmente se venden decenas de millones de vehículos. Pese a sus puntos fuertes, la falta de una apuesta decidida ha comportado que los vehículos de hidrógeno no despeguen y compitan con los eléctricos. De hecho, la infraestructura de repostaje es prácticamente nula, con, por ejemplo, solo seis estaciones en España.

Ventajas y desventajas

Los vehículos de  hidrógeno actuales, a falta todavía de motores de combustión de este carburante, funcionan como los  coches eléctricos. Sus motores eléctricos se alimentan por la electricidad creada en un componente llamado pila de combustible a partir de la mezcla del hidrógeno y oxígeno en una reacción que solo produce vapor de agua y electricidad. Las ventajas son claras. Son vehículos ‘cero emisiones’, más ligeros que los vehículos eléctricos, pues su batería es pequeña, y su repostaje es rápido, tanto como llenar un depósito de gasolina. Las desventajas pasan por un precio elevado de los coches, fruto del poco avance de la tecnología y a la falta de investigación de las marcas, la citada escasez de infraestructura y el coste de la obtención del hidrógeno mediante la electrólisis de agua, el único proceso de producción  100% limpia.

Pese a tenerlo todo en su contra, varias compañías están investigando el potencial del hidrógeno para el futuro. Firmas como BMW realizan pruebas en modelos específicos, como el iHydrogen Next para la marca alemana o una variante del Defender de Land Rover adaptada para usar esta tecnología. Incluso en la competición ven el hidrógeno como un carburante potencial para el futuro. En Japón, el grupo antes mencionado trabaja para crear motores de combustión para competir con coches hidrógeno, mientras que los organizadores de la Extreme E preparan la llegada en 2024 de la Extreme H, una competición equivalente pero a partir de vehículos propulsados con la tecnología de la pila de hidrógeno.

Sin embargo, aunque el hidrógeno empieza a coger carrerilla en la automoción con el apoyo de varias marcas y algunos países, entre ellos España, que contemplan invertir en abrir más hidrogineras, algunos gigantes como el Grupo Volkswagen, uno de los que más invertirá en electrificación, y Honda reniegan del potencial del hidrógeno para el futuro de la automoción.